La Declaración de independencia del Ciberespacio es un texto presentado en Davos, Suiza el 8 de febrero de 1996 por John Perry Barlow, fundador de la Fundación Frontera Electrónica. Fue escrita como respuesta a la aprobación en 1996 de la Ley de Telecomunicaciones en los Estados Unidos.
El texto es una reivindicación que critica las interferencias de los poderes políticos que afectan al mundo de Internet y defiende la idea de un Ciberespacio soberano. (wikipedia)
Declaración de independencia del Ciberespacio
Gobiernos del Mundo Industrial, gigantes cansados de carne y acero, yo vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. De parte del futuro, les pido a ustedes del pasado que nos dejen en paz. Ustedes no son bienvenidos entre nosotros. Ustedes no tienen soberanía donde nosotros nos reunimos.
No hemos elegido un gobierno, ni queremos tener uno, así que me dirijo a ustedes sin mayor autoridad que esa con la cual la misma libertad siempre habla. Declaro que el espacio global social que estamos construyendo sea naturalmente independiente de las tiranías que ustedes quieren imponernos. Ustedes no tienen derecho moral para controlarnos ni poseen algún método de imposición al que debiéramos temer.
La única fuente de poder de los Gobiernos es el consentimiento de los gobernados. Ustedes no han pedido ni han recibido el nuestro. No los hemos invitado. No nos conocen, ni conocen nuestro mundo. El Ciberespacio no se encuentra dentro de sus fronteras. No piensen que pueden construirlo, como si fuera un proyecto público de construcción. No pueden. Es una fuente de la naturaleza y por su cuenta crece a través de nuestras acciones colectivas.
Ustedes no están metidos en nuestra maravillosa y concurrida conversación, ni han creado la riqueza de nuestros mercados. No conocen nuestra cultura, nuestra ética o los códigos no escritos que ya brindan a nuestra sociedad más orden del que pudiera ser obtenido por ninguna de sus imposiciones.
Ustedes afirman que hay problemas entre nosotros que necesitan ser resueltos. Utilizan esa afirmación como una excusa para invadir nuestros territorios. Muchos de estos problemas ni siquiera existen. Donde hayan conflictos reales, donde hayan equivocaciones las identificaremos y las trataremos con nuestros medios. Estamos creando nuestro propio Contrato Social. Esta gobernanza surgirá de acuerdo a las condiciones de nuestro mundo, no el suyo. Nuestro mundo es diferente.
El Ciberespacio está hecho de transacciones, relaciones, y del pensamiento mismo, y se muestra como una onda estacionaria en la red de nuestras comunicaciones. El nuestro es un mundo que está en todas partes y en ninguna, pero no es donde viven los cuerpos.
Estamos creando un mundo al que todos pueden entrar sin privilegio o prejuicio de raza, poder económico, fuerza militar, o lugar de nacimiento.
Estamos creando un mundo donde cualquiera, desde cualquier parte pueda expresar sus creencias, sin importar lo particulares que sean, sin temor a ser forzados al silencio o la conformidad.
Sus conceptos legales de propiedad, expresión, identidad, organización, y contexto no aplican a nosotros. Todos ellos están basados en la materia, y aquí no hay materia.
Nuestras identidades no tienen cuerpos, así que a diferencia de ustedes no podemos ordenarnos con intimidación física. Creemos que nuestra gobernanza surgirá de la ética, el interés propio y el bienestar común. Nuestras identidades pueden estar distribuidas a través de muchas de sus jurisdicciones. La única ley que todas las culturas que nos conforman podrían generalmente reconocer es la Ley de la Reciprocidad. Esperamos ser capaces de construir nuestras soluciones particulares sobre esa base. Pero no podemos aceptar las soluciones que tratan de imponernos.
En [cualquier país], ustedes han creado hoy una ley, la Ley de Telecomunicaciones, que repudia su propia Constitución e insulta los sueños de [personas ejemplares del país]. Esos sueños ahora pueden nacer nuevamente en nosotros.
Ustedes están asustados de sus propios hijos, porque ellos son nativos en un mundo en el que ustedes siempre serán extranjeros. Como les tienen miedo encargan a las burocracias de sus responsabilidades parentales, son demasiado cobardes para afrontarlas ustedes mismos. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de humanidad, desde lo corrompido hasta lo angélico, son parte de un todo continuo, la conversación global de bits. No podemos separar el aire que sofoca del aire en el que se baten las alas.
En [países importantes], están tratando de controlar el virus de la libertad montando puestos de guardia en las fronteras del Ciberespacio. Estos pueden evitar el contagio por un corto tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto estará cubierto de material digital.
Sus industrias de información cada vez más obsoletas se perpetuarán a sí mismas proponiendo leyes, en [un país] y en cualquier otro lugar, que declaren su propiedad sobre la expresión misma alrededor del mundo. Estas leyes declararán a las ideas como otro producto industrial, sin más nobleza que el arrabio. En nuestro mundo, lo que sea que la mente humana pueda crear puede ser reproducido y distribuido infinitamente sin ningún costo. La transferencia global de pensamiento ya no requiere de sus fábricas para realizarse.
Estas medidas cada vez más hostiles y coloniales nos ponen en la misma posición en la que estuvieron aquellos amantes de la libertad y la autodeterminación quienes tuvieron que rechazar las autoridades de poderes distantes y desinformados. Debemos declarar nuestros seres virtuales innumes a su soberanía, incluso si seguimos aceptando su control sobre nuestros cuerpos. Nos extenderemos nosotros mismos alrededor el Planeta para que ninguno pueda arrestar nuestros pensamientos.
Crearemos una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y justa que el mundo que sus gobiernos han creado.
Davos, Suiza 8 de febredo de 1996